FUNAMBULISTA

        Me has dejado inmóvil, cualquier cosa que emociona está colgada en el perchero, me sobra la ropa porque me miras de manera diferente, puntos suspensivos se caen de frases, rodando van hasta las patas de tu cama y lo que te envuelve hace interesante eso de calcular metros cuadrados con las manos… No hay armarios en mi mente y lo que piensa la gente está de viaje todo el año; yo, sinceramente, prefiero el arco iris de tu boca, me hace bailar bajo la lluvia y en un tono suave me susurra al oído que todo es insuficiente… Lo que gira no es la noria, es el minutero, haciendo del momento un bombeo a ritmo de tus besos… no es lo que provocas, es lo que me haces ser; no es lo que digo, es lo que callo; no es lo condicional, es lo contundente de hacerlo porque quiero… y siento.
      Hay trocitos afilados de mi corazón haciendo garabatos sobre la mesa del café, yo sinceramente, prefiero lanzarme por el tobogán de tus labios, deslizarme por el temblor que retumba entre tus dedos, no hay paraíso mas bello que estar entre el caos de tu mirada, haciendo ángeles en tu piel  y demonios en tu hoguera; no guardo rencor a las palabras de alabanza que ahora son escombros, se derraman entre la tinta de un animal marino, amortiguando la caída de unos funambulistas que creyeron poder volar con la mochila cargada de moldes clásicos. Hay que saber diferenciar las heridas, que el tiempo no se detiene a escuchar y al llegar la noche todo oscurece si en tu iris no hay color  y en tu oído una caracola apuntado a las raíces de lo simple. ¿Cuántas veces jugamos con fuego y nos convertimos en hielo? Yo, sinceramente, prefiero educar entre mis brazos tu cuerpo y marcar con tiza tu pelo embarullado en la almohada, enmarcando sonrisas en la fachada de tu cara. Vuela a ras de ti lo mejor de mí con alas de mariposa; en una noche silenciosa, hay una lucha lujuriosa de tu piel en mi piel y ensayando rutas alternativas, el paladar va saboreando el dulce sabor de una gota. 
     ¿Cuántas veces la fiebre nos produce vanidad y enfermamos abandonados a nuestra suerte? En el intervalo de un alboroto, escucho pasos rotos, no guardo rencor a lo que brota de un estanque en un desierto y como si fuera una presa, espero con ansiedad tus ganas de hacerme río en el mar. Marcando rutas por tu espalda, no hay cansancio para el caminante, solo siento que cualquier camino se hace poco por las  yemas de mis dedos y hay sonrisas que hacen a una de cera; me deshace, me desborda, hace de mí nada siendo fuego…                            

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